Salvación, sanidad y un llamado al ministerio
José Maldonado, recatado por la cruz, comparte su milagrosa historia de salvación, sanidad y su llamado al ministerio.
Aunque han pasado 16 años desde que José L. Maldonado asistió por primera vez a una iglesia pentecostal, recuerda la experiencia como si hubiera sucedido ayer. Ocurrió una semana después de que Maldonado, un exadicto a las drogas y el alcohol y exmiembro de una pandilla, sintió que el Señor lo llamaba a atravesar las puertas de una iglesia.
«Esto sucedió cinco veces», dice Maldonado, de 48 años, quien ahora es el pastor de jóvenes de A Place of Hope en West Palm Beach, Florida. «Estaba asustado y conmocionado porque me encontraba en esta habitación solo, borracho. Al instante entendí que Dios me llamaba».
Antes del servicio, el nativo de Connecticut padeció una semana de agonía. Experimentó síntomas de abstinencia, dolores corporales y el diablo lo atormentó, y según Maldonado trató de persuadirlo para que volviera a su antiguo estilo de vida.
Maldonado no tenía idea de lo que le esperaba cuando llegó a la iglesia. Después de un poderoso encuentro con el Espíritu Santo, Maldonado se sintió guiado a caminar hacia el altar.
Maldonado pasó al frente y se postró en el suelo ante el Señor. Permaneció allí durante mucho tiempo, pidiéndole a Dios que lo perdonara por todo lo que había hecho. Al sentarse, Maldonado vio a muchas otras personas tendidas en el suelo que clamaban a Dios.
Cuando el pastor se acercó, le preguntó a Maldonado si sabía lo que había sucedido. Cuando Maldonado negó con la cabeza, el pastor comenzó a profetizar sobre su vida, le dijo que dejara atrás su adicción y entrara en el llamado de esposo y padre para el cual el Señor lo había destinado.
Nunca se dijeron palabras más ciertas. Un mes después, José y Elizabeth se casaron después de vivir juntos durante 14 años. Poco después, ambos fueron bautizados en agua y comenzaron el camino del discipulado que eventualmente los llevaría al ministerio.
Sin embargo, antes de que eso ocurriera, Maldonado experimentó enfermedades potencialmente mortales que pusieron en duda su supervivencia. También dejó de lado su carrera como trabajador de la construcción e instalador de puertas y ventanas personalizadas.
Seis años después de su conversión, Maldonado contrajo una rara enfermedad renal que requirió tratamiento de quimioterapia y una estadía en el hospital de un mes. Un día después de salir, estaba en casa almorzando cuando vio un gran destello antes de que todo se oscureciera.
Después de que comenzó a vomitar, su esposa llamó al 911 desesperada. En el hospital, un médico le dijo a Elizabeth que su esposo tenía una hemorragia cerebral grave causada por la ruptura de un aneurisma en el lado izquierdo de la cabeza. Le advirtió que Maldonado no sobreviviría la noche.
Le respondió, «Creo en las promesas de Dios y no confiaré en tu palabra». Elizabeth dice que al salir de la habitación: «Me senté en la esquina y oré a Dios, luché con Él».
Elizabeth continuó: «Cuando amaneció, volví a la habitación y le pregunté a la enfermera si todavía estaba vivo. Ella dijo: 'Sí, lo está'».
El milagro definitivo no se produciría hasta varios años después. Ocurrió después de que la pareja y sus hijos comenzaron a asistir a A Place of Hope.
Maldonado continuaba con problemas renales; en un momento dado, la familia se mudó temporalmente a Connecticut para que su madre pudiera ayudar a cuidarlo.
Durante un servicio especial, el pastor principal de A Place of Hope, Eddie Rodríguez, de 72 años, invitó a Maldonado a contarle a la congregación acerca de su diálisis y a pedir oración.
A las 2 a.m. de la mañana siguiente, un hospital cerca de Miami llamó para decir que necesitaba llegar de inmediato. Tenían un riñón listo para ser trasplantado a su cuerpo.
«Había tenido la tremenda convicción de que Dios le daría un riñón, pero pensé que sería una sanidad milagrosa», dice Rodríguez, el pastor fundador de la iglesia. «En cambio, recibió una llamada del hospital de que tenían un donante compatible. Todo el mundo estaba asombrado. Tuvo un gran impacto en la iglesia».
Hoy en día, toda la familia de Maldonado participa en el ministerio a los jóvenes; Elizabeth es su asistente principal. Su hijo Luis, de 27 años, lidera a jóvenes adultos; su hijo Matthew, de 25 años, trabaja con estudiantes de secundaria y preparatoria; y su hija Taina, de 22 años, se encarga del diseño gráfico y el trabajo en los medios de comunicación.
Al reflexionar sobre todas las cosas milagrosas que Dios ha hecho en su vida, Maldonado dice que lo mejor es que lo sacó de su adicción destructiva, salvó su alma y le permitió conocer a Dios de una manera íntima y personal.
«Después de eso, estoy muy agradecido por la sanidad que Él me trajo», dice Maldonado. «Eso me permitió conocer a mis dos nietos (Mia, de 5 años; y Omari, 2). Le serviré en cada parte de mi vida».