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Cuando las montañas no se mueven

Respondiendo a las tragedias y pruebas inesperadas.

El otoño pasado, mi papá, Mel, murió. Después de una prolongada enfermedad, murió bastante rápido. Su muerte me dejó batallando con la duda y la confusión. A lo largo de su enfermedad oraba por su sanidad y tenía una fe absoluta que Dios fácilmente podía cambiar la situación. Dios puede mover montañas. Yo sabía y creía que Él fácilmente podía sanar su cuerpo y restaurar su salud. Dios era capaz.

En lugar de restaurarlo, Dios lo llevó a su hogar celestial. No fue el resultado que quería, ni el que yo había pedido. ¿Por qué un Dios que era perfectamente capaz de intervenir no estaba dispuesto a hacerlo?

A veces todos enfrentamos situaciones en la vida que sacuden nuestra fe. A veces nos falta la fe para creer que Dios puede hacer lo imposible. Otras veces creemos que es capaz, pero descubrimos que no es voluntad. ¿Cómo respondemos cuando la respuesta de Dios que queremos que venga no viene? ¿Cómo mantenemos la fe cuando nada tiene sentido?

Afortunadamente, estamos en buena compañía. Una noche tardía en el huerto de Getsemaní, Jesús rogó a su Padre, pidiendo: "si es posible, que pase de mí esta copa" (Mateo 26:39 RVR1960). Con angustia y temor, Jesús estuvo renuente a beber la copa de la ira de Dios que pronto sobrellevaría en la tortura de la cruz y, finalmente, en su muerte. Afortunadamente, Dios no respondió a su oración. Hubo un propósito en el sufrimiento que provee salvación para cada creyente hoy. Y, a través de su ansiedad, Jesús entendió esto, orando con fe, "Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres."

La vida a veces traerá incertidumbre, sufrimiento, y hasta tragedia. Pero, la Palabra de Dios ofrece esperanza para los que se enfrentan a estas pruebas.

Confía en el carácter de Dios

En medio de nuestro dolor debemos enfocarnos en lo que sabemos que es verdad. La Biblia declara que Dios es bueno. El salmista nos recuerda que su fidelidad y misericordia perduran. Él sabe todas las cosas. Su conocimiento es perfecto y completo. Su sabiduría sobrepasa la nuestra.

"Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos." (Isaías 55:9).

Dios es justo. Actúa justamente y correctamente en sus tratos con nosotros. Dios es amor y es su amor el que motiva su relación con la nuestra, hasta el punto de dar a su propio hijo para satisfacer la justicia que nosotros merecemos.

Cuando enfrentamos tiempos de sufrimiento y desesperación, nuestra confianza puede ser sacudida. Pero, es en esos momentos que debemos confiar en lo que sabemos acerca de nuestro Señor. Dios es bueno. Él me ama. Él no me fallará.

Un pequeño niño fue llevado de prisa a la sala de emergencias después de que un pequeño juguete se había se atorado en su canal auditivo. El niño gritaba mientras el doctor utilizaba herramientas para sacar la obstrucción. El niño miró en confusión a su madre, preguntándose por qué ella permitiría que este hombre trajera dolor a su pequeña vida. Mientras tanto, la madre, a través de sus propias lágrimas, intentó consolar a su hijo, sabiendo que el sufrimiento momentáneo era necesario para traer sanidad.

A través de nuestro dolor y confusión, debemos continuar confiando en el carácter de Dios. No podemos siempre entender cómo Él trabaja, pero sí podemos estar seguros de que sus propósitos son siempre cariñosos y siempre son buenos. Y él obrará todas las cosas para nuestro bien también.

Descansa en Su presencia

No estamos solos en nuestro dolor. Jesús promete que nunca nos dejará ni nos desamparará. Su Espíritu Santo habita en nosotros y es nuestro constante consolador. Una tormenta se levantó en el mar de Galilea y los discípulos estaban aterrorizados. En su temor, se preguntaban por qué Jesús, que estaba durmiendo, parecía no darse cuenta de la situación y no hacía nada. Pero El estaba con ellos. Ellos nunca estuvieron solos y, a su tiempo, El calmó el mar embravecido.

David encontró descanso en Dios cuando él huyó para salvar su vida de sus enemigos. Reconoció que la presencia de Dios lo rodeaba y le permitía acostarse y dormir en paz porque el Señor lo sostenía (Salmo 3:3-6). Jesús promete estar con nosotros siempre. Él envía su presencia a través de su Espíritu Santo para ser nuestro consolador.

Hace algunos años, tuve que viajar fuera del estado para hacer frente a una situación extremadamente estresante. Afortunadamente, mi esposa pudo acompañarme. Tenerla a mi lado me dio consuelo. Sus palabras de sabiduría, pero sobre todo su presencia, me ayudaron a permanecer tranquilo y sensato a lo largo de la prueba.

Tener un ser querido o amigo de confianza a nuestro lado nos da gran consuelo en nuestras pruebas. Cuánto más esto es cierto de la presencia de nuestro Señor. No importa lo que suframos, nuestro Señor va con nosotros. Esa es su promesa.

"Así que no temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios. Yo te fortaleceré y te ayudare; Yo te sostendré con mi diestra de justicia." (Isaías 41:10)

Espera el regreso de Cristo

El sufrimiento en esta vida nos recuerda que este no es nuestro hogar. Estamos destinados para otro mundo. Algún día pronto, ya sea por muerte o por el regreso de Cristo, estaremos por siempre con nuestro Señor, en un lugar donde no habrá más muerte o tristeza o llanto o dolor (Apocalipsis 21:3).

¡Qué pensamiento! Imagina vivir en un lugar donde el cáncer, la diabetes y la enfermedad cardíaca no existen. Imagina reunirte por siempre con amigos y familiares que han muerto. Como una vieja canción dice así, "El cielo suena más dulce todo el tiempo."

Al final de un día largo y difícil, ¿te gusta sentarte en tu sillón favorito, tomar un aliento profundo y exclamar: "Por fin, ¡estoy en casa!" ¿No es esa una gran sensación? Algún día vamos a experimentar una mayor paz y alegría cuando lleguemos a nuestra casa definitiva con el Señor.

Jesús dice que vamos a tener pruebas y conflictos en esta vida, pero que tengamos confianza porque El ha vencido al mundo. Nuestras luchas y lágrimas nos recuerdan que este mundo no es nuestro hogar y Jesús regresará por nosotros. Él nos llevará a nuestro verdadero hogar con El, donde podremos encontrar descanso y paz para siempre.

Como pastor, mi padre hizo muchas visitas al hospital durante sus años de ministerio. De vez en cuando, alguien le preguntaba si se sentía mal cuando oraba por las personas que no se sanaban. Siempre respondía, "No, porque yo no soy el sanador." Papá confiaba en su soberano Señor, oraba con fe, y le dejaba los resultados a Dios, quien era más sabio que él.

¿Estás actualmente soportando una situación difícil? Tal vez estás luchando con la duda cuando sientes que tus oraciones no tienen respuesta. Recuérdate del carácter de Dios. El es bueno y amoroso y fiel y sabio. Descansa en su presencia. Dios está contigo y te ofrece paz y consuelo a través de su Espíritu Santo. Reconoce que tus luchas son temporales. Pronto, Cristo volverá para llevarnos a un lugar donde no existirán el dolor o las pruebas. En medio de nuestro sufrimiento, cuando la vida sea más difícil, ¡tenemos esta esperanza!

Keith Surface

Keith Surface es el mánager de AG News y relaciones públicas de las Asambleas de Dios. Se graduó de la Universidad Southwestern de las Asambleas de Dios (SAGU) y del Seminario Teológico de las Asambleas de Dios. Keith es instructor adjunto de historia de la iglesia en SAGU. Es ministro licenciado de las Asambleas de Dios, enseña y predica regularmente en iglesias locales. Keith y su esposa, Melanie, tienen cuatro hijos y viven en Ozark, Missouri.