Doble ciudadanía
¿Cómo pueden los creyentes reflejar a Cristo en tiempos inciertos?
Recientemente, celebramos el ducentésimo cuadragésimo cuarto aniversario de la fundación de los EU. Aunque sin desmerecer sus desafíos, debemos estar agradecidos por las libertades que disfrutamos como ciudadanos, saldadas por innumerables hombres y mujeres valientes que lo dieron todo. En su epístola a la iglesia de Filipos, el apóstol Pablo les recordó a los creyentes sobre su doble ciudadanía. Mientras esos seguidores estaban orgullosos de su ciudadanía romana, Pablo les explicó su mayor responsabilidad para vivir como ciudadanos del reino de Dios. La iglesia de Filipos se enfrentó a una creciente presión en su sociedad para declarar una completa lealtad al emperador y a la cultura romana. Pero, como seguidores de Cristo, sólo se inclinaban ante el Rey Jesús. Esto trajo consigo un aumento de persecución y pruebas. Pablo los insta a conducir sus vidas diarias de una manera digna del evangelio. Les aconsejó a que vivieran de una manera que honrara a su Rey, que vivió una vida sin pecado, murió una muerte sacrificial en la cruz, y resucitó al tercer día por su salvación.
Un reciente refrán dice que el mayor obstáculo para el avance del evangelio ha sido la contradicción de los cristianos. Un pensamiento sensato. ¿Podría el mensaje, “Jesús salva,” ser entorpecido por lo que digo, publico en los medios sociales, u otros formas de comportamiento?
Mientras que nuestra cultura continúa enfrentándose a los continuos desafíos de la pandemia, las tensiones sociales y otras incertidumbres, es vital que los cristianos sigan la amonestación de Pablo de mantenerse firmes en la fe con valentía, unidad y humildad (Filipenses 1,2).
VALOR
Pablo alentó a los cristianos de Filipos a mantenerse firmes por la fe sin temor. Con el aumento de la persecución y el sufrimiento, tenían razón para tener miedo. Aunque el evangelio ya había llevado a Pablo a la cárcel, les instó a permanecer fuertes y a tener valor en el Señor.
Como la iglesia en Filipos, vivimos en una sociedad cada vez más hostil a cualquiera que proclame que sólo Jesús es Dios, el único camino a la salvación. Esta creencia se declara arcaica, intolerante, mezquina. También enfrentamos a los retos adicionales de una persistente pandemia, y su impacto en el empleo y la economía. Es posible que tengamos temor de nosotros mismos o de los miembros de nuestra familia. Tal vez tememos el futuro con sus muchas incógnitas.
Pero debemos mantenernos firmes, confiando en nuestro Señor, y no apoyarnos en nuestra propia prudencia (Proverbios 3:5).
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7).
Afortunadamente, no andamos solos. El Espíritu Santo nos da audacia y consuelo. La Palabra de Dios nos proporciona todo lo que necesitamos para sostenernos mientras cumplimos sus promesas.
Descansemos en nuestro Salvador y no temamos mientras caminamos juntos en la fe y la misión.
UNIDAD
Pablo anima a los filipenses a mantenerse firmes en un solo espíritu, luchando juntos por la fe (Filipenses 1:27). Esta nos da la imagen de un ejército luchando mano a mano por un propósito común.
Junto con la persecución de las fuerzas externas, la iglesia experimentó conflictos entre sus miembros. Pablo incluso nombra a las partes involucradas más tarde en la carta, exhortándolas a reconciliarse. Comprendió el peligro que representaba la división.
En el 2016, los Cleveland Cavaliers rebasaron y derrotaron a los favoritos Golden State Warriors en las finales de la NBA. Muchos imaginaban que el equipo ganaría más campeonatos, pero un año más tarde, una de sus estrellas decidió que no quería desempeñar un papel secundario al lado de LeBron James y pidió un cambio de equipo. Luego, el mismo LeBron se fue del equipo. Desde entonces Cleveland no ha llegado a las finales.
El escenario se ha repetido con demasiada frecuencia en varios deportes, compañías o unidades militares. El éxito se logra sólo para derrumbarse cuando los individuos no pueden superar sus egos. Esta es una de las herramientas más grandes de Satanás. Si él no puede destruir a una iglesia por medio de ataques externos, él sembrara discordia entre sus miembros para que se desmorone desde adentro.
No podemos permitir que los desacuerdos sobre estrategias eclesiales, programas de construcción, opiniones políticas, o cualquier tema nos dividan como seguidores de Cristo. Debemos permanecer juntos, unificados en nuestra fe en Jesús — una fe, un Señor, estando juntos a través del amor y con un propósito mutuo (Efesios 4:3-5; Filipenses 2:1-2).
La unidad tendrá un precio. Requerirá sacrificio y perdón.
“Soportándoos los unos a los otros y perdonándoos los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. Del la manera que el Señor os perdonó, así también hacedlo vosotros.” (Colosenses 3:13).
Los evangelios nos recuerdan que Jesús nos ha perdonado de todos nuestros pecados contra Él. ¿Cómo puedo entonces negar el perdón a los demás? Aunque somos incapaces de ofrecer perdón por nuestra cuenta, el Espíritu Santo nos ayudará. Y Jesús está orando para que seamos uno, así como Él y el Padre son uno (Juan 17:20).
Es vital que la iglesia esté unida, pero esto sólo será posible cuando los cristianos anden en humildad.
HUMILDAD
Pablo instó a sus oyentes a evitar la ambición egoísta y la vanidad. Debemos resistir el deseo de avanzar en nuestras propias agendas o pensar más alto de lo que debemos. En cambio, debemos poner a los demás primero.
“Estimad humildemente a los demás como superiores a vosotros mismos; no considerando cada cual solamente los intereses propios, sino considerando cada uno también los intereses de los demás” (Filipenses 2:3,4).
Considerar a los demás como más importantes requiere que hablemos menos y escuchemos más a las experiencias, heridas y miedos de los que me rodean. Poner a los demás en primer lugar me obliga a considerar la posibilidad de que yo no tenga todas las respuestas, o que las respuestas que creía tener son insuficientes o incorrectas.
Las palabras conmovedoras de Pablo deberían desafiarnos a preguntarnos cuán diferentes serían nuestros hogares, iglesias y comunidades si realmente pusiéramos a los demás en primer lugar. Jesús a menudo interrumpía su horario para otros. Respondía amablemente a los que necesitaban gracia. Nuestro Señor una vez tomó una toalla y se arrodilló para lavar los pies de sus discípulos. Pero sobre todo, Jesús dio su vida, muriendo en una muerte vergonzosa sobre una cruz por nuestros pecados. Y su humillación se convirtió en la base de su exaltación (Filipenses 2:9). Al seguir su camino de humildad, también nosotros encontraremos el favor de nuestro Padre (Lucas 14:11; Santiago 4:10).
En nuestro actual mundo cambiante donde cada día trae nuevos conflictos y desafíos, los cristianos debemos recordar que pertenecemos a un reino celestial. Nuestro tiempo aquí es breve, así que debemos comportarnos de una manera digna del evangelio. Sigamos manteniéndonos firmes con valor, en unidad y con humildad. Nuestro mensaje ofrece la única esperanza para una nación temerosa y dividida. Que nuestra propia conducta siempre sea coherente con nuestro mensaje.