¿Qué es Pentecostés?
El superintendente general Doug Clay analiza la naturaleza y el propósito de Pentecostés.
Uno de los recuerdos más vívidos que tengo de una experiencia pentecostal ocurrió cuando Bernard Johnson, misionero evangelista de Brasil, oró por mí. Tenía una manifiesta unción profética.
A los ocho años, mientras estaba en el altar, Johnson me impuso las manos y empezó a orar. La memoria de esa experiencia pentecostal potente e innegable está grabada en mi mente. Viví una sensación abrumadora de la presencia de Dios. Ese encuentro de vida espiritual confirmó mi llamado a servir a tiempo completo en la obra dele Señor.
Según su trasfondo o experiencia, Pentecostés puede ser un día, un movimiento, una fiesta, una posición doctrinal,— o nada en lo absoluto. La palabra en sí viene del término griego para cincuenta, pues la fiesta judía de Pentecostés (también llamada Fiesta de las Semanas o Shavuot) se celebraba cincuenta días después de la Pascua. En ese contexto, Pentecostés era la celebración de la primera cosecha.
Para los cristianos, Pentecostés es una fiesta en la que recordamos la venida del Espíritu Santo sobre los primeros seguidores de Jesús. El primer Pentecostés tuvo lugar unas semanas después de la muerte y resurrección de Jesús. Antes de este suceso, había seguidores de Jesús, pero no había un movimiento que pudiera llamarse propiamente Iglesia. Por consiguiente, desde el punto de vista histórico, Pentecostés fue el día en que surgió la Iglesia. También desde una perspectiva espiritual es el momento en que el Espíritu Santo sopló vida da existencia en la Iglesia y le dio poder. por eso decimos que Pentecostés es el cumpleaños de la Iglesia.
Así como la Navidad señala el nacimiento de Jesús, Pentecostés señala el nacimiento de la Iglesia. Si el Domingo de Gloria señala el día en que Jesús resucitó, Pentecostés señala el día en que el mensaje acerca de Jesús comenzó a predicarse por todo el mundo.
Resulta interesante que en Navidad y en el Domingo de Gloria la figura principal que la gente observa es a Cristo. Hubo quienes lo vieron en el pesebre. Otros vinieron a la tumba vacía. El enfoque en Pentecostés es la iglesia. Ahora bien, en vez de venir y observar, se trata de ir y contar. Por esta razón Pentecostés y las misiones van de la mano.
Ser pentecostal significa vivir en la presencia y poder del Espíritu Santo. Nos ayuda a estar conscientes de la presencia de Jesús. Pentecostés también nos ayuda a comprender el valor de la Iglesia en la cultura de hoy. La gente puede pensar a veces que no necesita de la Iglesia. Sin embargo, Pentecostés es un vívido recordatorio de la verdad de que la Iglesia es primordial en la obra de Dios en el mundo. ¡Él nos invita a estar de misión con Él!
1. Pentecostés nos ayuda a ver a la Iglesia como la entidad primaria que Dios utiliza para la expansión de su Reino.
Imagine la extraordinaria escena con la que empieza el Libro de los Hechos. Los seguidores de Jesús fueron testigos de su violenta muerte. También lo vieron resucitado y triunfante. En Hechos 1: 6, preguntan: «Señor, ¿ha llegado ya el tiempo de que liberes a Israel y restaures nuestro reino?» Sin duda, ¡el Mesías prometido estaba a punto de hacer algo grande! Quizás la respuesta de Jesús los sorprendió. Les dijo que se reunieran y esperaran recibir el poder del Espíritu Santo para servir y cumplir la misión.
Es sumamente interesante que el Espíritu Santo únicamente descendió solo sobre las personas que se reunieron (Hechos 2:1). Los primeros seguidores de Cristo vivían en comunidad y se centraban en la enseñanza, la comunión fraternal, el partimiento del pan, en la oración y en ayudar a los necesitados (Hechos 2:42-46). El Espíritu Santo vino sobre un grupo de creyentes que se había reunido.
Esto no es una coincidencia. Destaca la centralidad de la Iglesia en el avance del Evangelio. Con frecuencia en la cultura de los Estados Unidos se vive como la si la Iglesia no fuera necesaria o como si fuera opcional. Esta mentalidad nos hace creer que si tenemos una relación personal con Dios, participar en la Iglesia es algo secundario. Pero Pentecostés es un recordatorio de que el Espíritu fue derramado sobre el pueblo de Dios como comunidad. De este hecho surgió la invitación a unirse a la misión.
2. El Pentecostés nos ayuda a interpretar el Libro de Hechos como el manual de instrucciones para una iglesia saludable en cualquier cultura.
Hechos es el único documento histórico de la Biblia que muestra cómo vivía la Iglesia del Nuevo Testamento. Es espontáneo, al revelar cómo el Señor derrama su Espíritu sobre personas imperfectas; al mismo tiempo es esperanzador al mostrar el gran potencial de una vida guiada por el Espíritu Santo. Hechos es nuestro modelo acreditado para la vida de la Iglesia.
La historia de la Iglesia en estos dos mil años no es un relato de su evolución. Al contrario, muestra la lucha espiritual que el Espíritu de Dios ha librado para situar a la Iglesia al lugar que le corresponde. Dios inició una Iglesia totalmente desarrollada desde el principio, no como una recién nacida espiritual que necesitaba crecer para llegar a ser una adulta más adelante. En los periódicos avivamientos de la Iglesia el Señor nos añadió verdades nuevas, sino que la verdad intemporal se actualizó conforme el Espíritu Santo vivificaba y restauraba. El avivamiento espiritual es una de las maneras que tiene Dios para que su iglesia se alinee con los propósitos que Él le ha propuesto.
3. Pentecostés mira el bautismo en el Espíritu Santo como la obra distintiva de la gracia en la vida de un cristiano, aparte de la salvación.
El libro de los Hechos demuestra que la unción del Espíritu Santo está a nuestra disposición para el ministerio. Al recibir la salvación, el Espíritu Santo entra a vivir dentro de cada cristiano (Romanos 8:9), pero después, Jesús desea derramar el Espíritu de manera visible para darnos una unción mayor en el ministerio (Lucas 24:49; Hechos 1:4-5, 8).
La instrucción de Jesús de esperar el poder de lo alto (Hechos 1:4) se refiere a una experiencia distinta necesaria para los seguidores de Jesús después de ser salvos. Además, había una necesidad subsiguiente: quienes habían recibido el bautismo del Espíritu debían recibir más unción para llevar a cabo tareas específicas para determinadas situaciones.
Esto ocurrió a toda la iglesia en Hechos 4:31: «Después de esta oración, el lugar donde estaban reunidos tembló y todos fueron llenos del Espíritu Santo. Y predicaban con valentía la palabra de Dios». Los mismos creyentes que habían recibido el Espíritu Santo en Pentecostés recibieron una nueva llenura del Espíritu para que hablaran con valentía.
Este patrón se observa en la vida de Pedro, Pablo y Bernabé. Esteban recibió la unción del Espíritu antes de su martirio (Hechos 7:55). El Espíritu Santo lo llenó nuevamente y tuvo una visión, habló con valentía y soportó el sufrimiento con victoria y alegría.
4. El Pentecostés muestra el valor y el propósito de hablar en lenguas.
Hechos 2 pinta un cuadro vibrante de lo que sucedió en Pentecostés cuando se reunieron los cristianos. El estruendo de un viento fuerte los rodeó. Algo parecido a llamas de fuego se posaron sobre la cabeza de cada uno. Entonces, todos fueron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas.
Hablar en lenguas cumple muchos propósitos, como se muestra a través de Hechos y las epístolas.
Hablar en otras lenguas es la primera señal externa de la plenitud del Espíritu
Vemos en Hechos 2, 10 y 19 ocasiones en que las lenguas que se hablaron fueron confirmación del bautismo en el Espíritu Santo. Las señales de viento y fuego no se repitieron en el Libro de los Hechos, pero la señal de las lenguas continuó señalando el bautismo en el Espíritu en la Iglesia Primitiva. De hecho, las lenguas se convirtieron en la señal característica en el libro de los Hechos de que los creyentes habían sido bautizados en el Espíritu Santo.
Todos oyeron el sonido como de un viento. Todos vieron las llamas de fuego. Todos sintieron que el Espíritu Santo los llenaba. Todos hablaron en otras lenguas. Este no fue el don de lenguas que requiere interpretación que el apóstol Pablo presenta en 1 Corintios 12:30. Era la confirmación profética que mostraba una nueva era de un mensaje emitido por influencia del Espíritu Santo que sellaba a la Iglesia.
Hechos 10 aclara el aspecto de las lenguas como confirmación cuando algunos creyentes gentiles fueron bautizados en el Espíritu en la casa de Cornelio. Según el versículo 46, los apóstoles supieron que habían recibido el bautismo en el Espíritu: «Pues los oyeron hablar en otras lenguas ».
Las lenguas nos capacitan para adorar a Dios más allá de nuestra habilidad natural
En Hechos 2, 10, 19 y en 1 Corintios 14:16, vemos que hablar en lenguas también servía para el propósito de adoración, o para declarar sus obras. Si bien no siempre sabemos lo que se dice cuando se alaba a Dios en lenguas, está claro en la Biblia que la alabanza es un elemento esencial.
Hablar en lenguas nos fortalece espiritualmente
Es posible que usted haya estado en una reunión de la iglesia y haya escuchado a alguien hablar en lenguas, seguida por una interpretación del mensaje. Lo que ha presenciado es el don de lenguas, como lo describe 1 Corintios 14. El enfoque de Pablo de este don en un entorno congregacional es muy diferente del uso personal de las lenguas por un creyente. En el contexto comunitario, Pablo explica que siempre debe haber interpretación, pues el propósito principal es edificar. Sin interpretación, no es posible que los que escuchan sean edificados, así que Pablo estable parámetros para su uso.Las lenguas nos capacitan a orar con mayor efectividad por otros
Otro propósito de hablar en lenguas es la oración. Romanos 8:26,27 afirma: «Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios». La fe nos ayuda a vencer nuestros temores para que el Espíritu interceda por nosotros.
Planteo hoy la misma pregunta que Pablo hizo a los creyentes de Éfeso: «¿Ha recibido el Espíritu Santo desde que se hizo creyente?» Mi oración es que reciba la plenitud del Espíritu. La vida en el poder del Espíritu no terminó en el Libro de Hechos. El mismo Espíritu que dio poder a la Iglesia Primitiva y la capacitó está listo para venir sobre usted en esta generación.