El estado del movimiento pentecostal
Las Asambleas de Dios forman parte del movimiento de más rápido crecimiento en la historia del cristianismo: el pentecostalismo.
Las Asambleas de Dios forman parte del movimiento de más rápido crecimiento en la historia del cristianismo: el pentecostalismo. En 1906, cuando William J. Seymour llegó a Los Ángeles, el rostro de la cristiandad en el mundo era radicalmente distinto al que tiene hoy. Seymour era modesto en todo sentido, incuido el ser ciego de un ojo e hijo de esclavos de Luisiana. El edificio número 312 de la Calle Azusa, en Los Ángeles, también era modesto. Todavía se sentía en las tablas del piso el mal olor de los tiempos en que fue un establo. Sin embargo, a pesar de esos humildes comienzos, se calcula que el movimiento pentecostal y carismático cuenta hoy con quinientos millones de personas en el mundo.
Muchas veces me he sentido intrigada con historias de grandes movimientos de Dios. El único superintendente general de las Asambleas de Dios que asistió al Avivamiento de la Calle Azusa fue Ernest S. Williams. Sus recuerdos describían una vívida imagen de personas que buscaban a Dios con gran fervor.
«Quisiera poder describir lo que vi», recordaría Williams más tarde. «La oración y la adoración estaban en todas partes. El altar estaba lleno de gente que buscaba a Dios. Unos arrodillados; otros tirados de bruces en el suelo, yo solo me quedé de pie, observé, porque nunca había visto nada parecido».
Lo emocionante de sus recuerdos, es que no procedían de un corazón ajeno al avivamiento. Durante el liderazgo de Williams estuvo, las Asambleas de Dios experimentaron un notable crecimiento… ¡cerca de diez veces su tamaño anterior!
Nos podemos regocijar porque el avivamiento que él describió continúa en nuestra nación y en el mundo entero, más de un siglo después. Solo imagine hacer la corta caminata de unos tres kilómetros desde la Misión de la Calle Azusa hasta el moderno estadio de los Dodgers. Se podría llenar ese inmenso estadio cincuenta veces con el número de personas que han recibido el bautismo en el Espíritu Santo a través de las Asambleas de Dios de EE.UU. en las últimas tres décadas. ¡A Dios sea la gloria!
Tal vez el crecimiento del movimiento pentecostal no nos habría debido sorprender. En el evangelio de Juan, cuando Jesús prometió otro Consolador, dijo que el Espíritu daría testimonio acerca de Él. De hecho, una vida en el poder del Espíritu se centra en darles testimonio acerca de Cristo a los demás.
Una de las notables tendencias que he observado en la historia de las Asambleas de Dios es la perseverancia en medio de unas circunstancias imposibles.
En la Gran Depresión, el desastre económico más grande de la historia moderna, las ofrendas para las misiones no disminuyeron. De hecho, las ofrendas para las misiones de las Asambleas de Dios llegaron casi a duplicarse en el transcurso de la Gran Depresión. Durante la turbulencia global de la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento de la Iglesia no se vio estancado. El alcance global de las Asambleas de Dios se duplicó en los seis años de esta guerra.
Estos casos no son anomalías históricas. Son patrones constantes de Dios haciendo avanzar a su Iglesia para alcanzar un mundo perdido.
Hoy en día, las Asambleas de Dios están representadas en todo el mundo por más de sesenta y nueve millones de personas que adoran al Señor en 370.000 iglesias. Realmente, esto es una obra del Espíritu.
Hace poco me mudé a Springfield, Missouri, donde se encuentran las oficinas nacionales de las Asambleas de Dios. Conversando con una amiga de Ohio, mi estado de procedencia, mencioné que alrededor de una de entre cinco personas de Springfield, está afiliada a las Asamblea de Dios. Con su sagacidad de siempre, ella me preguntó: «¿Cómo se refleja eso desde el otro lado de tu parabrisas?» Ciertamente, sería trágico que descuidáramos nuestra propia nación y nuestras comunidades.
Le puedo asegurar que la visión de una iglesia saludable y llena del poder del Espíritu en cada comunidad nunca ha sido más fuerte.
El veinte por ciento de las iglesias de las Asambleas de Dios de los EE.UU. fueron fundadas en los últimos diez años. Un momento que tiende a la decadencia en las denominaciones estadounidenses, Dios nos ha bendecido con un crecimiento del doce por ciento en membresía en la década pasada. También es notable el que la denominación haya crecido en un once por ciento en la categoría de personas entre 18 y 34 años (clasificadas con frecuencia como «mileniales»). ¡Dios se está moviendo!
Nos sentimos especialmente agradecidos porque Dios ha permitido que este crecimiento represente un aumento en la diversidad y una sanidad en las relaciones raciales. En 2001, las Asambleas de Dios tenían un veintinueve por ciento de personas que pertenecían a etnias no blancas. En 2017, ese número representa casi el cuarenta y cuatro por ciento, haciendo de las Asambleas de Dios de EE.UU. uno de los grupos más diversos dentro de la nación, según Pew Forum.
Aun así, mi mente regresa a los recuerdos de un joven E. S. Williams al atravesar las puertas de la humilde misión de la calle Azusa, y observar que «[l]a oración y la adoración estaban en todas partes». En medio del notable movimiento del Espíritu entre nosotros, que nuestros visitantes nos vean todavía como gente de oración; dependiendo total y completamente del Espíritu.