Vida transformadora
Aunque se sintió amada por sus padres, a Carlotta Leona Brooks le resultó difícil encajar fuera de su casa en Nashville, Tennessee, como hija pequeña de un padre afroamericano y una madre blanca.
Sus padres, Carl y Marian Thornton, habían asistido a la iglesia mientras crecían. Sin embargo, como pareja interracial casada, lucharon por encontrar una congregación que aceptara a toda la familia.
“Escuchamos insultos raciales en iglesias blancas y negras,” recuerda Brooks, ahora de 43 años. "La iglesia todavía puede ser uno de los lugares más segregados, incluso cuando los sermones se tratan de amar a tu prójimo." Posteriormente, los Thorntons dejaron de intentar encontrar una iglesia a la cual pudieran pertenecer.
Del mismo modo, debido a la escasez de los estudiantes birraciales en la escuela, Carlotta sintió que no pertenecía. A menudo era la única alumna de su clase que no era invitada a fiestas de cumpleaños.
Finalmente, en octavo grado, Carlotta pensó que había encontrado a alguien que entendía: un compañero de clase birracial que compartía su conexión de sentirse como una marginada. Comenzaron a salir, pero en el noveno grado su novio exhibió destellos impredecibles de abuso verbal y un comportamiento controlador extremo. También tenia acceso a una pistola.
“Me trataba como una princesa en un momento, luego como basura,” recuerda Carlotta. "No quería que hablara con nadie más."
A los 16 años, Carlotta tenía un bebé creciendo dentro de ella.
Con la relación de su hija al borde de ser abusiva, Marian se preocupó que Carlotta, así como su futuro nieto, fueran abusados.
Los padres de Carlota la acompañaron a una clinica de aborto, la única opción que la niña vio en su situación. La experiencia resultó dolorosa en varios niveles.
“Tenía un dolor físico extremo,” dice Carlotta. "También experimenté angustia mental mientras veía un recipiente médico lleno de partes de mi bebé."
Brooks nunca hablo del evento traumático con nadie más. Está agradecida de que el Señor le haya cambiado el corazón."Sentí que merecía ser castigada de la peor manera," recuerda Brooks. Eso implicó regresar a la relación abusiva.
De todas las apariencias externas, incluida la obtención de las mejores calificaciones en la escuela y ser parte del equipo de porristas, nada parecía estar mal. Por dentro se sentía muerta.
Aunque sus padres no tenían alcohol en la casa, el consumo de vodka y tequila de Carlotta aumentó durante los últimos años de su adolescencia. También entabló otras relaciones no saludables con los hombres.
Carlotta conoció a su futuro esposo en 2001, cuando ambos trabajaban en UPS. George, un afroamericano, persistentemente cortejaba a Carlotta hasta que ella cedió a tener una cita. Ellos se casaron en julio del 2005. Antes de que se casaran, Carlotta le contó a George de su aborto. Sin embargo, sin relación con Jesús, ella todavía se sentía envuelta con culpa e inseguridad. Al principio, el matrimonio tomó giros desagradables a veces.
“Todavía sentía que nadie podía amarme realmente,” dice.
NUEVO GIRO
Para entonces, Carlotta había obtenido un trabajo de investigación médica en la Universidad Vanderbilt en Nashville. Ella rechazó repetidamente las invitaciones del co-trabajador John C. Farley para asistir a Cornerstone, una mega iglesia de las Asambleas de Dios en el suburbio de Madison. Solo cuando Farley y su esposa, Sarah, se ofrecieron a recoger a los recién casados en su vehículo, ella y George aceptaron ir.
Aunque trabajó bien con Carlotta, Farley descubrió que necesitaba un avance emocional que solo el Señor podía proporcionar.
“Tenía un muro enorme a su alrededor y nunca se sinceraba sobre sus luchas,” dice Farley, de 44 años. Farley piensa que cómo él y su esposa manejaron el nacimiento prematuro de su hijo Cason — nacido tres meses antes y con un peso de solo una libra y media, esto ayudó a Carlotta a ver cómo Dios podía ayudar en una situación desesperada, que incluía una estadía de tres meses en el hospital.
Cinco meses después de casarse, Carlotta acompañó a los Farley a una clase de escuela dominical, donde la maestra habló sobre perdonarse a uno mismo.
"Comencé a llorar," dice Brooks. “Por primera vez, sentí que pertenecía a algún lugar. Se sintió como en casa, aunque nunca antes había estado allí."
La sanidad ocurrió cuando Brooks pasó por un estudio bíblico de 12 semanas escrito por Sheila Harper, fundadora de SaveOne, un ministerio de recuperación de abortos afiliado a las AD. Carlotta encontró la enseñanza de Harper sobre la inserción de su nombre en el Salmo 91, particularmente restauradora.
“Fue un momento crucial, poder ver que la Palabra de Dios era algo personal para mí,” dice Brooks. "Necesitaba perdonarme por completo. Con un corazón roto, la capacidad de una persona para amar es limitada."
La salvación y la sanidad también ayudaron a Carlotta a apreciar a su esposo.
"Él es la primera persona además de mis padres que me ofrece amor incondicional," dice Carlotta. Él fue la primer persona que me permitió ser yo misma.Aunque Farley ahora trabaja en una empresa de investigación de software, todavía ve a Carlotta en Cornerstone.
"Una vez que se conectó a la iglesia, se convirtió en una persona totalmente diferente," dice Farley. "Ella creció a pasos agigantados de alguien que era de corazón duro y no confiaba en nadie."
Carlotta y George tienen una hija de 12 años, Gabrielle; un hijo de 9 años, George Jr.; y una hija de 4 años, Josie. Su fe los sostuvo hace cinco años con la muerte de su hija Victoria, quien falleció 32 días después de haber nacido con el síndrome del corazón izquierdo hipoplásico.
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