Vida transformativa
El Fiscal del Quinto Distrito Judicial de Arkansas, David L. Gibbons, no podía creerlo cuando el alguacil del condado de Pope, Jay Winters, le dijo en el año 2000 que había hecho al recluso Marcus Hubbard un administrador de los asuntos laborales de la oficina del sheriff.
Gibbons había procesado a Hubbard, quien recibió una sentencia de 10 años en el 1999 al ser condenado por fabricar metanfetaminas y posesión de parafernalia de drogas.
De hecho, Gibbons tenía pocas razones para pensar que a Hubbard se le podría asignar tareas en el centro legal. Anteriormente, Hubbard había recibido una sentencia suspendida de 36 meses después de declararse culpable de posesión de marihuana con la intención de entregarla.
"Le dije a Jay que Marcus estaba más allá de la rehabilitación y que crearía nada más que problemas," recuerda Gibbons. "Pero estaba muy equivocado."
Winters se sintió seguro al otorgar responsabilidades a Hubbard porque vio una vida transformada después de que el preso le entregó su vida a Jesús. Después de seis meses en prisión, Hubbard fue transferido nuevamente a la Cárcel del Condado de Pope, donde cumplió los seis años y medio obligatorios restantes de su condena.
Los abuelos amorosos pero indulgentes de Hubbard lo criaron en su mayor parte, y lo llevaban regularmente a la Asamblea de Dios de Russellville. Pero a los 12 años, Hubbard se rebeló con adicciones a la marihuana y la cerveza. Su vida continuó fuera de control durante su adolescencia y más allá.
Sin embargo, en un servicio de iglesia en la cárcel en la noche de Acción de Gracias en el a``no 2000, Hubbard respondió al mensaje de un predicador. Reconoció que sin Jesús como su Salvador, su vida no tendría sentido. Hubbard experimentó el bautismo del Espíritu Santo al mismo tiempo que tomó la decisión de salvación.
"Me había vuelto bastante bueno culpando a otros," recuerda Hubbard. "Dios me ayudó a darme cuenta de que necesitaba aceptar la responsabilidad de mi propio comportamiento."
Hubbard dice que decidió enmendar sus caminos de una vez por todas cuando aceptó a Cristo en su corazón.
"Escuchaba a otros hombres culpar a todos menos a sí mismos por sus errores pasados, y decidí que no quería ser uno de esos hombres," dice Hubbard.
Como administrador, Hubbard ayudó al Capellán de las Misiones de Estados Unidos de las Asambleas de Dios Bob C. Holyfield con la logística de llevar a cabo una docena de seminarios del Instituto de Principios Básicos Vitales en la cárcel por seis años. Él dice que al exponerse al programa repetidamente a través de un intensivo entrenamiento de cinco días basado en las Escrituras lo bendijo, y el amable Holyfield se convirtió en un mentor a quien imitar.
En varias ocasiones, el juez del condado de Pope Jim Ed Gibson vio confiabilidad en Hubbard como administrador de proyectos viales. Gibson despejó el camino para lograr un trabajo de tiempo completo para Hubbard como jefe de mantenimiento de edificios para el juzgado y para todos los demás departamentos del condado.
El día después de la libertad condicional de Hubbard en el 2007, Gibson lo contrató y le dio las llaves de cada oficina en la corte del condado. Él todavía está empleado allí. Entre otras tareas, Hubbard ordena suministros, conduce un vehículo del condado y lleva a cabo reparaciones en los edificios.
"Es muy responsable y tengo total confianza en él," dice Gibson, ahora retirado. "Es un hombre maduro y responsable con una moral alta y un carácter ejemplar."
Desde que fue liberado, Hubbard ha regresado a la cárcel todos los jueves por la noche — para ayudar a dirigir los servicios de la iglesia por 2 horas y media.
"Su actitud es respetada por los reclusos a quienes predica cada semana," dice Holyfield, quien vive en Little Rock. “Exhibe genuinamente los rasgos del carácter de Cristo.”
Hubbard es uno de los muchos presos liberados que han cambiado sus vidas con la ayuda de los cristianos de afuera. Pero Hubbard, ahora de 56 años, dice que una vida transformada debe ocurrir mientras un prisionero todavía está tras las rejas, en vez de esperar cambiar cuando esté en libertad. Una vez fuera de la cárcel nuevamente, el no tuvo interés en renovar amistad con los conocidos con quienes frecuentaba.
"Le pedí a Dios que me ayudara a odiar las drogas con pasión cuando estaba en la cárcel," dice Hubbard, quien ha mantenido un patrón de leer la Biblia al menos 15 minutos cada mañana durante los últimos 18 años. “Si esperas hasta salir por la puerta para tratar de manejar las cosas, generalmente no va a suceder.”
Al estar encarcelado en su ciudad natal, Hubbard veía a sus cuatro hijos por dos horas los sábados por la tarde. Sus hijas tenían 16 y 11 a`ños y sus hijos tenían 5 y 4 a`ños cuando el comenzó a cumplir su sentencia. El lamenta haber perdido gran parte de los años formativos de la vida de sus hijos.
"No podía ser un gran padre los sábados de una a tres," dice Hubbard, quien voluntariamente ha hablado con grupos de estudiantes en varias escuelas del área sobre los peligros de las drogas.
Hubbard está en su segundo período como diácono en la Primera Asamblea de Russellville, una congregación de más de 700 personas. Su esposa, Clara, a quien conoció una década después de ser liberado, trabaja en la guardería y la cuna El Arca de Noé.
Inicialmente, Clara rechazó una invitación de almuerzo de Marcus. Pero él le pidió a sus amigos que lo ayudaran a orar por la esposa adecuada y siguió sintiendo que Dios quería que se casara con Clara. Eventualmente Clara aceptó.
"Sabía que ella conocía mi pasado, así que seguí orando para que Dios la dejara ver a Jesús en mí," dice Hubbard. "Dios realmente me recompensó por esperar en El."
"Marcus es un ejemplo brillante para todos los que han quedado atrapados en las garras de la adicción," dice el pastor Ronnie S. Morris. "Marcus ha alentado y ayudado con fervor a otros hombres a romper el ciclo de la adicción."
Irónicamente, hoy, uno de los mayores impulsores de Hubbard es el capitán retirado del Departamento de Policía de Russellville. Charles Falwell, quien lo arrestó en 1995. Falwell se mostró escéptico sobre Hubbard durante su encarcelamiento porque había visto muchas profesiones de fe en la cárcel que no dieron sus frutos.
Sin embargo, después de la liberación de Hubbard, Falwell, quien también asiste a la Primera Asamblea de Russellville, dice que confía en Hubbard completamente y ha llegado a ver el pasado del interno rehabilitado igual al suyo.
"Cada uno de nosotros enfrenta una tentación que puede distraernos fácilmente a menos que estemos en sintonía con Dios," dice Falwell, quien continúa trabajando semanalmente en trabajos de construcción con Hubbard. “Mi vida estaba tan desordenada como la suya porque yo era adicto al trabajo. Su pecado resultó ser ilegal."
Gibbons, el abogado acusador retirado que puso a Hubbard tras las rejas, hoy lo considera un miembro destacado de la comunidad.
"El dona varias horas cada semana para ayudar a las personas a superar sus problemas, encontrar trabajo y convertirse en ciudadanos productivos," dice Gibbons. "Cuando pienso en la redención, pienso en Marcus Hubbard."