Un regalo del Padre Celestial a los padres terrenales
El Señor Jesucristo antes de regresar a su Padre, aseguró a sus discípulos que no quedarían huérfanos durante su ausencia (Juan 14:18); más bien, su presencia estaría con ellos de la manera más única y satisfactoria. Jesús les informó que pediría a su Padre el don del Espíritu Santo para reemplazar su presencia física: « pediré al Padre, y él les dará otro Abogado Defensor, quien estará con ustedes para siempre» (Juan 14:16).
LA NATURALEZA GENEROSA DE DIOS, EL PADRE CELESTIAL
Dios tiene muchos dones para dar a sus hijos. El carácter de nuestro Dios Creador es uno de favor hacia la raza indefensa de Adán. Su naturaleza dadora se expone en Juan 3:16: «Pues Dios amó tanto al mundo que dio[a] a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna». El apóstol Pablo habló del don de Dios de la salvación: «Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios» (Efesios 2:8).
La misma naturaleza dadora que estaba en el Padre también existía en el corazón del Señor Jesucristo: «Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10:45).
Jesús recordó a sus discípulos la naturaleza dadora del Padre: «Así que no se preocupe, pequeño rebaño. Pues al Padre le da mucha felicidad entregarles el reino» (Lucas 12:32). A los padres terrenales, Jesús les dijo: «Así que si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes lo pidan» (Lucas 11:13).
EL DON DE DAR QUE EL PADRE CELESTIAL DA
El apóstol Pedro, en su mensaje en el día de Pentecostés, explicó a la audiencia en Jerusalén lo que les había sucedido a los 120 discípulos que estaban ensalzando las maravillosas obras de Dios en los dialectos de todos los que se habían reunido para escucharlas (Hechos 2:8-12). Les recordó que Jesús había resucitado de entre los muertos y exaltado a la diestra de Dios. Del Padre, Jesús había recibido el don prometido del Espíritu Santo y lo había derramado sobre los discípulos que esperaban (Hechos 2:33).
Así que el don que el Padre había otorgado era el bautismo prometido en el Espíritu Santo (Hechos 1:4,5,8), que Jesús había instruido a los discípulos para que permanecieran en Jerusalén hasta que lo recibieran (Lucas 24:49).
Jesús les había dicho a sus discípulos que el Consolador venidero sería el Espíritu de Verdad y procedería del Padre a través del Hijo para llenar a cada creyente (Juan 15:26). También les aseguró que vendría otro Consolador de la misma clase (Juan 14:16), es decir, de la misma sustancia. El Espíritu Santo es Dios, así como Jesús es Dios y así como el Padre es Dios. Él es la tercera Persona de la Deidad. Por lo tanto, el Dios trino está obrando en la vida de los creyentes, permitiéndonos llevar a cabo la Gran Comisión y edificar nuestra vida.
EL DON EMPODERADOR QUE NECESITAN LOS PADRES TERRENALES
La naturaleza generosa del Padre eterno es un gran modelo para los padres terrenales. A través del don del Espíritu Santo, nuestro Padre Celestial se está dando a sí mismo a Sus hijos. Cuando un padre terrenal recibe el bautismo del Espíritu, tiene el poder de ser espiritualmente fuerte para tener algo que dar a su familia. La familia de hoy necesita la cobertura espiritual y la protección que un padre ungido por el Espíritu puede dar a su familia. En el poder del Espíritu, un padre puede ser un guerrero eficaz en oración por su esposa e hijos. Ser capaz de orar e interceder en el Espíritu es un arma poderosa que un padre puede usar para proteger a su familia.
El don del Espíritu capacita a los padres para dar un testimonio claro al mundo acerca de Jesucristo, ya sea en el trabajo o en el ámbito público. El lugar de trabajo necesita el fuerte testimonio de padres llenos del Espíritu que no sientan vergüenza de dar a conocer a Jesús allí y en sus comunidades. La evangelización del mundo en el país y en el extranjero solo se logrará a través del poder del Espíritu Santo.
Este maravilloso don de nuestro Padre Celestial está al alcance de todos los padres terrenales en la actualidad. Cuán apropiado sería en este Día del Padre si cada padre que ha recibido a Cristo como Salvador recibiera este don del Espíritu y comenzara a guiar a cada miembro de su familia a este bautismo de poder. «Esta promesa es para ustedes, para sus hijos y para los que están lejos, es decir, para todos los que han sido llamados por el Señor nuestro Dios» (Hechos 2:39).
Nota del editor: Este artículo apareció originalmente en el Evangelio Pentecostal.