Lecciones de María y José: Obediencia y confianza en medio del miedo y la incertidumbre
Tal vez las dos personas que habrían tenido la perspectiva más singular de esa primera navidad fueron María y José. Aunque no podían saber todo lo que Dios estaba haciendo a través de su fiel obediencia, confiaban en que Dios sabía lo que era mejor y permanecieron obedientes a su voluntad incluso a pesar de su incomodidad y temor.
Romanos 8:28 dice: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados».
Aunque este pasaje fue escrito mucho después del nacimiento de Cristo, María y José sabían la verdad de este versículo y lo creyeron en su corazón antes de que se escribiera en una página.
Sin embargo, de todas las parejas jóvenes, es importante reflexionar sobre por qué Dios eligió a esta pareja en particular para ser los padres terrenales de su Hijo unigénito.
LA FE DE MARÍA ENCONTRÓ EL FAVOR DE DIOS
Hebreos 11:6 dice: «pero sin fe es imposible agradar a Dios». María era una mujer de fe, y esta virtud agradaba al Señor y mereció el favor de Dios en su vida.
En ese momento, el peso de la responsabilidad probablemente parecía abrumador, pero Dios conocía el corazón de María y vio que tenía una fe activa que abriría la puerta para permitir que uno de los milagros más grandes de la historia ocurriera a través de ella.
DIOS CONOCÍA EL CARÁCTER DE MARÍA
David Jeremiah afirma en su artículo de diciembre de 2022, A Match Made in Heaven: The Enduring Love of Christmas, [Una pareja hecha en el cielo: el amor perdurable de la navidad] que «una encrucijada no es lugar para decidir tu destino». A continuación, examina la respuesta de María al ángel, Gabriel, que vino y anunció la noticia de la venida de Cristo.
Él dice: «¿Cuánto tiempo habría durado la conversación de Gabriel con María? Puedes leer todo el diálogo de Lucas 1 en un minuto o menos, apenas el tiempo suficiente para procesar el mensaje que le cambió la vida. Entonces, ¿cómo pudo María decir «sí» en tan poco tiempo? Porque ella ya estaba viviendo una vida de sumisión a la voluntad y a los caminos de Dios».
Dios conocía el corazón de María y vio, no sólo quién era ella en ese momento, sino en quién la ayudaría a convertirse su carácter.
LA OBEDIENCIA DE JOSÉ ECLIPSÓ SU ESCEPTICISMO
Cuando María compartió con José lo que el ángel le había dicho, él no le creyó. Piensa en lo que debió haber sido esa conversación para José. El golpe devastador de lo que parecía ser la mayor traición es algo que lo más probable despertó muchas emociones.
De hecho, las Escrituras nos dicen que él planeaba cancelar el compromiso después de enterarse del embarazo de ella.
Sin embargo, Mateo 1:20 dice que a José le dijeron en un sueño que lo que había concebido María era del Espíritu Santo y que debía tomar a María como su esposa. Dice la Escritura que tan pronto como despertó, José hizo lo que Dios le había ordenado hacer.
Esa obediencia rápida e incuestionable es exactamente lo que Dios estaba honrando al seleccionar a José como el padre terrenal de Jesús. En ninguna parte dice que José cuestionara lo que le habían dicho. En ninguna parte dice que José obedeció a regañadientes. Solo leemos que José escucha algo que parecía poco creíble, pero pone su confianza en Dios y anda en fiel obediencia a Él.
Imagínese cómo debe haber sido esa primera noche después de que María y José se convirtieron en padres. Solo puedo imaginar la sensación de ser las dos primeras personas en mirar el rostro del Salvador, sabiendo que Dios había reservado este momento especial solo para ellos.
Esta navidad, aunque tengas circunstancias en tu vida que te causen duda o temor, recuerda que aunque las cosas no tengan sentido, Dios tiene un plan y un propósito para todos sus hijos e hijas. Recuerden el ejemplo de María y José, quienes entregaron de manera desinteresada sus planes terrenales y la certeza del futuro a Dios y recibieron el más alto honor terrenal de todos los tiempos. Elige poner tu incertidumbre y tu inquietud en las manos del Dios que nunca nos dejará ni nos abandonará (Hebreos 13:5).