Por el momento, coso bien
Lisa W. Dillon, esposa del superintendente de la Red Ministerial de los Apalaches David W. Dillon, tiene una misión. Está cosiendo máscaras faciales para ayudar a satisfacer la urgente necesidad de los trabajadores de salud de primera fila ante la pandemia del COVID-19. Este esfuerzo básico para equipar al personal médico con máscaras faciales durante la crisis actual continúa expandiéndose — con solicitudes que llegan diariamente, a veces cada hora — para obtener más máscaras faciales.
"Tenemos hospitales, clínicas, consultorios médicos y otras instalaciones médicas que no tienen absolutamente nada en sus reservas," dice Dillon, de 58 años. "Dios nos ha presentado la oportunidad de mostrar el amor de Cristo a quienes más lo necesitan en este momento: los trabajadores de la salud."
La escasez en la comunidad médica llamó por primera vez la atención de Dillon cuando una amiga la etiquetó en una publicación de Facebook y supo que las mujeres de la comunidad habían comenzado a hacer máscaras. Horas después, Autumn Branscome, la hija de Dillon, le preguntó a su madre si podía ayudar a una amiga a coser máscaras para los proveedores de atención médica.
Dillon fue directamente a su cuarto de costura y comenzó a buscar en su almacén de telas. Armada con una pila de material y elástico, comenzó a experimentar con patrones de costura que encontró en línea. Se decidió por una que le permitiera producir la mayor cantidad de máscaras en el menor tiempo posible.
Cuando sus suministros se agotaron, Dillon se dirigió a Hobby Lobby en Bluefield, West Virginia, en busca de más telas y elásticos. Brandon Etter, el gerente de la tienda, notó su gran compra y le preguntó sobre su proyecto. Tras conocer su ministerio, Etter le pidió al cajero que cobrara las compras, y luego sacó rápidamente su billetera para pagarla.
Cuando el estado de West Virginia emitió una orden de resguardo en casa que cerró los negocios no esenciales, Dillon compartió su necesidad de materiales en las redes sociales.
"Facebook tiene su lado negativo, pero en este caso, se convirtió en una herramienta de alcance para las misiones," dice Dillon. "La gente aceptó el reto y aportó suministros y donaciones."
Una antigua feligrés, Patti Farmer de Bassett, de Virginia, vio la publicación de Dillon.
"Aunque fue difícil encontrar, pude comprar tela y elástico de Amazon y se lo envié directamente a Lisa," dice Farmer, de 69 años. "Yo no puedo coser, pero estaba encantada de poder ayudar."
Dillon dice que incluso las personas que no cosen pueden contribuir al esfuerzo comprando suministros, cortando telas y elásticos, y preparando el material para coser.
Una vez que se hacen las máscaras y antes de que salgan de su cuarto de costura, Dillon ora por ellas. Ella le pide a Dios que proteja a los destinatarios, que les haga saber que son apreciados por lo que hacen, pero lo más importante, que Dios les revele Su amor y que lleguen a conocer a Cristo.
Después, ella o los miembros del proyecto comunitario, entregan las máscaras a sus destinos: hospitales regionales, consultorios médicos, hogares de ancianos, farmacias y otros grupos en riesgo, mientras se cuidan de cumplir con las directrices de seguridad estatales y federales.
Recientemente, el amigo y pastor misionero mundial de las Asambleas de Dios, Pat L. Mahar — que está sirviendo en Italia, el epicentro europeo del coronavirus — le pidió a Dillon que hiciera máscaras con "temática italiana." Dillon hizo máscaras con los colores de la bandera italiana. Mahar dice que la intención es distribuir las máscaras y usarlas como tema de conversación sobre Jesús.
"Coser máscaras es algo pequeño," dice Dillon. “Pero a través de esto, Dios ha abierto puertas y ha dado oportunidades para compartir la fe. Estoy orando para que veamos los frutos de esto por mucho tiempo.”
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