Un Chi Alfa con muchos estratos
A la misionera estadounidense Belkis García Lehmann, que lleva más de 30 años trabajando en Chi Alpha, el ministerio universitario de las AD, le gusta centrarse en las personas que pasan desapercibidas.
"No me gusta que se olviden de la gente," dice Belkis de 53 años. "Yo las veo."
Esto puede reflejar el hecho de que Belkis, cubano americana, creció como una desconocida. No se parecía a sus hermanos. Y a diferencia de la mayoría de sus compañeros hispanos, porque su familia no inmigró en una de las principales caravanas cubanas, no podía hablar inglés.
Todo eso le sirvió para prepararse para el ministerio, cuidando que Chi Alpha refleje la diversidad de los que adoran ante el trono de Dios revelado en Apocalipsis 7. En 2011, Lehmann ayudó a lanzar en Chi Alpha el Grupo Operativo de Diversidad, un grupo representativo de misioneros y pastores universitarios; cuatro años más tarde, se convirtió en la especialista nacional de diversidad de la organización. Ahora es Directora de Diversidad. Además, está dirigiendo un esfuerzo para que el ministerio tenga una mayor presencia en las universidades históricamente afroamericanas. Conoció a su marido, Stephen, también misionero de carrera, en el Instituto Universitario de Alcance de Chi Alpha.
Cuando Lehmann se unió al personal de Chi Alpha en 1991, de los aproximadamente 250 misioneros de la organización en las universidades de los EU, ella representó a una de solo 10 hispanos. Dos décadas después, los números aumentaron, pero a solo 18 en todo el país.
Sin embargo, para el 2021, los misioneros hispanos se habían convertido en el grupo minoritario más grande con 152 —10% de los 1,539 empleados de Chi Alpha. En total, el 14% de todos los directores de Chi Alpha y el 22% del personal de Chi Alpha son minorías étnicas.
"El cuerpo de Cristo no es un grupo étnico homogéneo," dice la salvadoreña de primera generación Jasmine V. Yanez, una asociada profesional de las Misiones de los EU asignada al Chi Alpha de Richmond (Virginia). "Es un tapiz entretejido, hecho de diferentes culturas, lenguajes, y grupos humanos. Nuestros estudiantes ven gente que se parece a ellos, capacitados para alcanzar a su universidad."
La diversidad del personal permite dones que sirven para fortalecer el grupo, dice Lehmann. Eso significa ser intencional en la adopción de una variedad de dones.
"Somos nuestras propias experiencias, cultura familiar, cultura étnica, personalidad, y otros dones," dice Lehmann. "La Iglesia latina es fuerte en evangelización y oración. No nos importa hablar con extraños."
Como cubana de Miami, Lehmann tiene un trasfondo cultural orientado a las relaciones, similar al de otros latinoamericanos, africanos y algunos asiáticos, más que al de los europeos orientados al tiempo, afirma. Lehmann y otros hispanos tienen afinidades naturales para llegar a los de culturas no europeas.
"Podemos sentarnos y comer por horas," dice Lehmann. "Eso hace que compartir el Evangelio sea un poco más fácil. Nos hace más fuertes en general como organización".
Yanez, de 29 años, forma parte del grupo operativo nacional de diversidad de Chi Alpha que trabaja en el ámbito de la movilización. Entre sus funciones está la de ayudar a las minorías étnicas a recibir una financiación completa en su apoyo misionero, lo que, según descubrió la organización, es un obstáculo para la longevidad del personal.
Lehmann señala que muchos hispanos que buscan convertirse en misioneros Chi Alpha tienen desafíos culturales y económicos. Algunos crecieron en pobreza o cerca de un entorno de pobreza y tienen redes limitadas en las que podrían aumentar el apoyo. Muchos son licenciados universitarios de primera generación.
Para ayudar a las minorías y apoyarlos a superar los retos que surgen de sus orígenes, Chi Alpha ofrece subvenciones del 15% mensual a los misioneros internos de minorías a que alcancen el 85% de su apoyo mensual.
"Nuestro objetivo es aportar un cambio cultural donde ser un misionero étnico completamente financiado es normal," dice Lehmann.
Aunque los padres de Lehmann trabajaron como profesionales y llegaron a la fe en Cristo a tiempo, aún encontró desafíos culturales y económicos.
"El concepto de ser misionero era una locura para ellos," dice Lehmann. Aún lo es para los miembros de su familia que no son cristianos.
El aspecto físico de Andy Estrella, de 43 años, dominicano de primera generación de Long Island, Nueva York, suele tranquilizar a los estudiantes internacionales. Todos los estudiantes de Saudi, India y Pakistani han tomado a Estrella, director de Chi Alpha en la Universidad Estatal de Missouri en Springfield, como un paisano simplemente porque se parece uno de ellos.
Ha descubierto que su origen dominico-americano le ayuda a tender puentes con otras culturas, a menudo a través de algo tan simple como el amor compartido por los plátanos y los mangos.
"Mi casa es donde está la misión de Dios," dice Estrella. "Eso me permite celebrar ser hispano y abrazar y amar otras culturas. La belleza del reino de Dios se muestra en las culturas del mundo."
Estrella acepta que el ejemplo de contar con personal hispano aumentará los números en la línea y, en última instancia, alcanzará a más con el evangelio.
"El mero hecho de que alguien lo haya conseguido permite que otras personas crean que pueden hacerlo," afirma.
De cara al futuro, las tasas de natalidad y los datos demográficos tienden a tener más estudiantes latinos en campus en los Estados Unidos en las próximas décadas.
"A medida que continuamos siendo un ministerio latino muy amigable, tendremos más personal latino y más capacidad para llegar al mundo," dice Lehmann.
PHOTO: Jasmine Yanez está es parte del personal de Chi Alpha en Richmond, Virginia.