Un milagro con una hora marcada
Frederick Virtucio, de 56 años, y su esposa, Margie, de 54, pasaron 23 años como emprendedores, en la creación de programas de vida asistida en Virginia Beach, Virginia y sus alrededores. Aunque sirvieron junto a Tessie Casaul, pastora de lo que ahora es Freedom Church Assembly of God, los Virtucios nunca desearon salir del mundo empresarial y desempeñar un papel pastoral.
Sin embargo, después de que la tragedia azotó a los Casaul, sintieron que lo mejor para su familia era una transición. Una noche, Casaul se acercó a Virtucio para que asumiera el cargo de pastor principal tras su partida.
«Desde que obtuve mi maestría en administración de hospitales, sabía que necesitaba recibir alguna capacitación en un seminario y teología», dice Virtucio. «Entonces, me inscribí en una clase de formación espiritual en Regent University».
Mientras estaba inscrito en la clase, su profesor profetizó sobre él, y le dijo que era un hombre que, como Nehemías, reconstruiría muros rotos y repararía puertas que habían sido quemadas. Aun buscando la confirmación del Señor, Virtucio, quien no le había dicho nada acerca de la conversación a su esposa sobre convertirse en pastor principal hasta que tuviera más claridad, decidió que era hora de buscar el consejo de su cónyuge.
«Cuando le dije la puerta estaba abriendo el Señor, ella simplemente respondió que no conocía el camino pero que confiaba en mí», dice Virtucio.
Eso era todo lo que necesitaba oír. A partir de entonces, se dedicó a su nuevo futuro como ministro, y en enero de 2018, dos años después de su reunión original con Casaul, los Virtucio se convirtieron de manera oficial en pastores principales de Freedom Church.
Con algunos años de ministerio en su haber, Virtucio pasó a formar parte de la Filipino American (Fil-Am) Assemblies of God Ethnic Fellowship, que, según Dennis Rivera, director de Relaciones Étnicas, cuenta con más de 90 iglesias afiliadas en todo el país.
Poco después de unirse a esta confraternidad, empezó a servir como director nacional de hombres y como líder del círculo de la Red del Ministerio Potomac.
Aunque Virtucio no había previsto lo que Dios le tenía reservado, nada podría haberlo preparado para la noche del 19 de agosto de 2023.
Ese sábado, Virtucio asistió a la conferencia regional de Fil-Am en la Costa Este. Su esposa y sus tres hijos no lo habían acompañado; se habían quedado para ayudar a su hijo menor a mudarse de su dormitorio estudiantil.
Cuando comenzó el servicio vespertino, hubo un mover de Dios durante el tiempo de alabanza y adoración, lo que llevó al orador invitado a pedir una continuación de este segmento, y se abstuvo de su enseñanza de la noche. Sin embargo, en medio del servicio, el orador se acercó al escenario y anunció que sentía que un espíritu de muerte enfrentaba a muchos en el salón.
Continuó con una declaración que la muerte no sería una opción esa noche e instó con fervor al grupo a parase en la brecha por las personas que enfrentaban el final de su viaje terrenal. Virtucio comenzó por elevar al Señor a su propia familia.
«Cuando las oraciones comenzaban a inundar el cielo, vi una llamada de mi esposa», dice Virtucio. «Respondí e inmediatamente escuché a mi hija decir: 'Papá, papá, alguien nos golpeó'».
Ella comenzó a enviarle fotos al teléfono de la horrenda escena en la que un vehículo salió volando y chocó con el lado del pasajero del auto en el que viajaban su esposa y sus dos hijas.
Virtucio se dirigió a la derecha del altar y comenzó a procesar lo que acababa de suceder y el milagro que su familia no hubiera sufrido heridas graves como resultado del accidente. Continuó revisando las imágenes una y otra vez, y temblaba al darse cuenta de lo que pudo haber sido.
«Entonces noté la hora de las fotos que envió mi hija», dice.
El accidente había ocurrido justo cuando Virtucio estaba terminando una hora de oración, intercesión y estar en la brecha por su familia ante la muerte. Cuando habló con su esposa, ella comenzó a describirle el accidente.
«Miré por el parabrisas delantero y vi un automóvil en el aire que se dirigía directamente hacia nosotros», informa. «Entonces, de repente, sentí como si el auto comenzara a bailar; se movió y giró y el neumático delantero de alguna manera recibió el golpe».
Cuando escuchó a su esposa narrar el accidente, Virtucio se puso a llorar. Le dijo a su esposa que había estado en un momento de oración contra un espíritu de muerte y que había estado danzando ante el Señor en el momento exacto en que el auto esquivó de manera sobrenatural el peligro.
«No puedo agradecer lo suficiente a Dios por permitirme ser usado para proteger a mi familia a más de ocho horas de distancia», dice Virtucio.
Rivera dice que este testimonio es un poderoso ejemplo de ser «sensible al Espíritu Santo, incluso cuando no tenía sentido en ese momento».
Angelo Austria, presidente de Fil-Am afirma que una de las cosas más convincentes demostradas a través de este milagro es el poder de la oración. «Estoy realmente orgulloso de esta región Fil-Am por estar consciente de lo que el Espíritu Santo quería hacer y permitirle hacer Su obra».
Este milagro del cual tienen registro de la hora ha sido un estímulo para los Virtucios que creen firmemente que «la voluntad de Dios no los llevará a un lugar donde su gracia no pueda sostenerlos».
FOTO INFERIOR #4: Virtucio (encerrado en un círculo) estaba mirando las fotos del accidente que le envió su hija justo antes de que se tomara esta foto en la conferencia.
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