Encontremos la paz esta navidad
Durante la temporada navideña, es común ver la palabra «Paz» en un lugar destacado en las decoraciones y las luces navideñas, y en los villancicos tradicionales. Resulta fácil permitir que esta palabra de tres letras se mezcle entre muchas expresiones comunes durante las actividades navideñas. Sin embargo, es útil que hagamos una pausa para reflexionar sobre su importancia.
Después del nacimiento de Jesús en Belén, se aparecieron unos ángeles a humildes pastores que cuidaban sus ovejas en el campo, anunciándoles el nacimiento del Mesías. Las huestes celestiales proclamaron:
«¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!» (Lucas 2:14).
La noticia los abrumó y los pastores hicieron lo que los ángeles les dijeron y fueron a ver al niño. Entonces se lo contaron a otros y alabaron a Dios por todo lo que habían visto y oído. Aunque no tenemos un registro, me pregunto si alguna vez reflexionaron sobre la parte del mensaje angelical que proclamaba la paz en la tierra. La vida de ellos no sería más fácil mientras fueran despreciados por la sociedad y vivieran bajo la opresión de Roma. ¿Se preguntaron cuándo el Rey conquistador arreglaría las cosas?
En la actualidad continúa el caos en nuestro mundo. Durante esta Navidad se libran numerosas guerras, incluso en la misma tierra donde nació Jesús. La inestabilidad económica y política es rampante. Muchos de nosotros podemos enfrentarnos al caos en nuestra propia familia debido a que nos ha afectado una crisis financiera o de salud o algo peor. ¿Dónde está la paz prometida?
El poeta del siglo XIX Henry Wadsworth Longfellow bien podría sentirse identificado. Era común que las majestuosas iglesias antiguas de su época hicieran sonar las campanas el día de Navidad. Cuando Longfellow las escuchó sonar esa mañana de navidad de 1863, expresó sus pensamientos a través de un poema titulado Campanas de Navidad, que también se convirtió en un villancico popular:
Escuché las campanas el día de Navidad
Sus viejos y familiares villancicos suenan,
Y tormentosas y dulces
Las palabras se repiten
De paz en la Tierra, buena voluntad para con los hombres!
Dos años antes, Fannie, la esposa de Longfellow, había muerto de manera trágica en un accidente casero al incendiarse su vestido. Él intentó salvarla, pero sus quemaduras eran graves y murió a la mañana siguiente. Longfellow dejó crecer su barba para cubrir las cicatrices que sufrió al intentar salvarla. Longfellow, ahora viudo y con cinco hijos, hizo todo lo que pudo para seguir adelante.
Luego, su hijo mayor, Charley, se alistó en el ejército de la Unión en la Guerra Civil estadounidense. Aunque luchó con valentía, Charley resultó herido de gravedad y los médicos temían que pudiera sufrir parálisis. En medio de estos pensamientos y temores debido a todo lo que sucedía en la nación y dentro de su propia familia, Longfellow continuó escribiendo:
Y en desesperación incliné la cabeza;
«No hay paz en la Tierra», dije:
«Porque el odio es fuerte
Y se burla de la canción
De paz en la tierra, buena voluntad para con los hombres!»
Podemos identificarnos con el dolor y la confusión de Longfellow. ¿Cuándo se solucionarán los problemas? Es útil recordar que la Biblia tiene una visión a largo plazo, una visión eterna, de los acontecimientos. Y, si bien anticipamos paz en la tierra, la proclamación de la paz tuvo un significado mucho más profundo. El pequeño bebé que anunciaron los ángeles traería la paz entre los hombres y Dios.
Debido a nuestro pecado, a nuestra ruptura del santo estándar de Dios, estamos separados de Dios para siempre. Pero ahí es donde interviene Cristo, vino como un bebé a vivir la vida que nosotros nunca podríamos vivir, libres del pecado. Él murió la muerte que nosotros no pudríamos morir, tomó nuestro lugar en la Cruz, pagó la pena completa por nuestros pecados. Luego, resucitó de la tumba al tercer día. Y, porque Él vive, nosotros que ponemos nuestra confianza en Él también podemos hacerlo.
«Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Romanos 5:1).
Podemos conocer la paz verdadera y duradera y esperar con esperanza el día en que Él arregle todas las cosas. No importa tus circunstancias o dificultades esta Navidad, mira a Jesús. Pon tu esperanza en Él y recibe su paz.
Parece que Longfellow abrazó esta verdad mientras escribía la última estrofa de su memorable poema:
Luego repicaron las campanas con más fuerza y profundidad:
«¡Dios no está muerto ni duerme!
Lo malo fracasará,
Lo correcto prevalecerá,
Con paz en la tierra, buena voluntad para con los hombres!»
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Upper Photo credit: Sixteen Miles Out on Unsplash
Lower Photo credit: University of Washington, Public domain, via Wikimedia Commons